Devastación.

Revisando unas cajas halladas en el ático, revolcando, buscando desesperadamente sus recuerdos perdidos por el paso del tiempo y las idas y vueltas del destino que ella misma se forjo, ya que como ella decía "Cada uno hace su camino, nada de destino, vos elegís y haces tu destino", encuentra libros que leía en su niñez algunos estaban algo desechos ya a esas alturas, ya que ella no seguía ni siendo una niña como en aquel entonces, ni una adolescente, ya iba pasando a formar parte de la población adulta... Adulta, resonaba en su mente, mientras comenzaba a sentir una fuerte presión en el pecho, llena de ganas de gritar y de angustiosos pensamientos. Se desmoronó entre las cajas,  no soportando el saber que aparecerian arrugas y marcas  por su piel joven, que pasaría ese cumpleaños tan importante para ella, ya que desde su punto de vista era una perfeccionista, tanto física como mental. Ella estaba sensible, no sabía si era tanto por el hecho de pasar a tener 21 años o por el hecho de que las cosas a veces se les iban de las manos sin previo aviso, como hace un mes atrás. ¿Un mes? Parecía tan resiente, sus cicatrices eran resientes, sus angustias eran las que seguían perseverantes en su vida, las noches en vela cuando se acercaba al balcón de su cuarto a admirar el precioso parque que estaba cruzando su calle, el cual sabía que estaba lleno de vida, algo que ella necesitaba y pedía desesperada.
Su vida no era un vacío completo como ella decía, tenía unos padres maravillosos, una casa segura donde su hermano mayor todos los fines de semana pasaba los días y noches allí con ella aconsejándola y siempre apoyándola en todo sentido, como un buen hermano.
Ella, estaba tan cerrada que no podía si quiera ver la belleza que se cernía ante sus ojos, su propia vida. Pero ella tenía sus motivos, y volvió a recordar, lagrimas cayeron por sus mejillas pálidas, el cabello dorado recivia algunas gotas de tristeza, y sus ojos verdes profundos se tornaban oscuros. No comprendía porque esto le sucedía, y porque justamente en ese momento. Solo sabía que no había vuelta atrás, nada se podía hacer, nada. Esa palabra resonó en su mente, el dolor era demasiado real para ella esta vez, y gritó con todas sus fuerzas, tan fuerte que luego de terminar ese aullido de dolor, le pareció el mas pacifico silencio el que oía.
Otra vez el silencio. Eso no la calmaba tampoco, pero se limitó a llorar, tranquila abrazándose a ella misma por la brisa helada que entraba por una pequeña ventana del ático. Ese ático, donde habían pasado tantas cosas, tantas felicidades, era el lugar al cual concurría, para recordar los momentos, las palabras dichas, las promesas dadas, las mañanas en las cuales se despertaba con los primeros rayos del sol, y donde había dormido era lo el mejor lugar para que ella supiera lo que quería hacer. Pero ahora ella no sabía nada, ya no mas. 
En una ráfaga de aire, volaron unos papeles y fotos que fueron casi a parar fuera de la casa, a punto de salir por la ventana, ella los tomó a  punto de maldecir porque casi los había perdido, y al verlos, le arrancaron una sonrisa llena de lagrimas que ya no se distinguían si eran de felicidad o tristeza, ambas sensaciones se le cruzaron, y ahogó otro grito desgarrador, se llevo las fotos y las cartas al pecho y rompió en llanto. Al instante sintió un suave roce por su mejilla, y lo que sintió lo conocía muy bien, levantó la vista y lo vio sonriente, lleno de paz, su cara y su silueta mezclado con la niebla de esa noche.


Nunca supo si fue alucinación del momento, o si de verdad, el le envió la paz que necesitaba. Ahora ella sabía que él siempre, estaría a su lado. Pensó antes de caer dormida sobre la cama improvisada que habían creado en el ático. Por siempre. Y se durmió en un profundo sueño aferrada a las fotos y cartas de su querido amado.


Una medalla que le había llegado recitaba: Muerto en combate cumpliendo sus compromisos con su querida patria, recibe esta condecoración de oro.

Pd: Puse la canción de Dido, primera porque la letra me pareció la mejor para el texto.

Mis mas sincero respeto a los que lean mis relatos.

Sonia,